Hacía mucho tiempo que los animales
desean averiguar a qué sabía la luna.
¿Sería dulce o salada?
Tan sólo querían probar un pedacito.
Por las noches, miraban ansiosos hacia
el cielo.
Se estiraban e intentaban cogerla,
alargando el cuello, las piernas y los brazos.
Pero todo fue en vano, y ni el animal
más grande pudo alcanzarla.
Un buen día, la pequeña tortuga
decidió subir a la montaña más alta para poder tocar la luna.
Desde allí arriba, la luna estaba más
cerca; pero la tortuga no podía tocarla.
Entonces, llamo al elefante....
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